Verona, la ciudad del amor eterno

Hace un par de semanas vi por ¿quinta? vez la película “Cartas a Julieta” y me di cuenta de que le debo un post a Verona. La ciudad del amor eterno, la de la trágica historia de los Montesco y los Capuleto, la que es mucho más increíble de lo que se puede llegar a imaginar a través de fotos o relatos.

No estuve mucho tiempo en Verona, a decir verdad, sólo fui a pasar el día y aunque no es poco para conocer las atracciones turísticas más importantes, tampoco puedo decir que fue suficiente. Como durante todo el viaje por Europa, al bajarme de la estación de tren (aproximadamente una hora y 12 euros –ida y vuelta- desde Venecia) la primera impresión y los prejuicios me mostraron lo equivocada que estaba.

Primero, como me pasó en Edimburgo, iba con esa extraña idea de que me iba a encontrar con un pueblito medio perdido en Italia que le debía su fama únicamente a William Shakespeare pero aunque por supuesto el escritor inglés ayudó, Verona sabe cómo brillar por sí sola.

La entrada a la parte turística, por decirlo de alguna manera, está delimitada por una de las tantas puertas que nos demuestran que estamos en una ciudad puramente medieval. Más adelante, los callejones estrechos terminan por confirmarnos esta percepción, pero no nos adelantemos.

Verona es un lugar para recorrer con los ojos bien abiertos, cada una de las cosas que encuentres va a tener una esencia distinta, un matiz único… Lo primero que entendí al cruzar esa puerta es que aquí podía encontrar los escenarios más diversos. Los colores de los negocios se contraponen al grisáceo de la Arena de Verona, el segundo anfiteatro más grande de Italia (después del Coliseo en Roma) que, al mismo tiempo se pierde con las tonalidades naturales de la Plaza Bra.

De la misma manera, la gente que estaba disfrutando de ese domingo primaveral era completamente distinta. Desde abuelos con sus nietos hasta turistas que sólo viajaron hasta Verona para dejarle un mensaje a Giulietta, pasando por familias enteras y viajeros que querían conocer un poquito más de la historia de ese lugar.

Y así, entre callejuelas y edificios medievales te vas dando cuenta de que Verona tiene mucho para mostrar, que su magia está implícita en cada uno de los pasos que vas dando y en cada detalle que te podes encontrar en el camino.

Verona desde arriba

Quienes ya me hayan leído anteriormente, saben que tengo una especie de obsesión por conocer las ciudades desde las alturas. Cuanto más arriba sea, mejor. Por eso, si hay algo que tengo que recomendar es la subida a la Torre de los Lamberti, en la Plaza de las Hierbas.

Si Verona ya es linda desde abajo, esperen a ver las panorámicas desde los 84 metros que tiene esta torre medieval que se jacta de ser la más alta de la ciudad. Realmente es una de las paradas imperdibles para admirar la belleza natural y arquitectónica de esta urbe italiana.

Mucho más que una historia de amor

Como cuenta la película, miles de personas llegan hasta la casa de Giulietta ubicada en la calle Capello, para dejarle sus mensajes a quien, como a todos nos habrá pasado alguna vez, le tocó sufrir por amor. La diferencia es que acá no hay extensas cartas pegadas en una pared (¡aunque la modernidad sí te permite enviarle un correo electrónico!) ni tampoco hay secretarias que responden a tus inquietudes románticas.

Lo que hay es dos grandes paredones llenos de mensajes, súplicas o simplemente declaraciones de amor. Es tanto lo que hay escrito que creo que me pasé varias horas reloj intentando leer las frases que se superponían unas con otras. Encontrar un lugar para escribir es toda una odisea pero por supuesto, también le dejé un pedido a Giulietta. Aunque el contenido queda reservado para mí, puedo decir que estoy contenta con el resultado. Creer o reventar.

A los amantes de la obra shakesperiana seguramente les encantará el paseo por el interior de la casa que te invita a recorrerla a través de los mismos relatos de la historia, situándote en el escenario y el tiempo en que sucedió.

Si me piden un consejo, les diría que disfruten de la casa de Giulietta pero que no pierdan tiempo visitando la tumba donde se dice que descansan sus restos porque, en mi opinión, hay muchas cosas más lindas por ver en Verona.

Entre puentes y colinas

Verona tiene una gran cantidad de puentes que cruzan a cada lado del río Adigio que está enmarcado por un marcado paisaje de altiplanos. La vegetación, sumamente verde en primavera y el clima suave y cálido convierten a la costa en uno de los sitios más agradables para descansar en la ciudad.

Así, acostada al lado del río me pasé un buen rato descansando, admirando el horizonte y mirando cómo los lugareños aprovechan para pasar la tarde entre amigos, en familia o solos.  Creo que la ribera es uno de los espacios más lindos de Verona y, sobre todo, donde conseguís alejarte un rato del resto de los viajeros y adentrarte un poco más en la esencia misma de sus habitantes.

Fotos: Mariana Mutti a través de Bitácora Viajera

★

*  este post contiene enlace de afiliados. Esto quiere decir que si comprás a través mío me llevo una pequeña comisión que me ayuda a seguir viajando. Para vos el precio es el mismo y para mí una ayuda enorme. ¡Gracias!