La esencia de Penang

Tenía que volver por tercera vez, para entender que Penang es mi ciudad favorita en Malasia. Lo más loco, es que ni siquiera tenía tantas ganas de venir. No estoy segura de por qué. Siempre hablé de Penang como un lugar lindo, interesante, incluso lo recomendé para visitar, pero no estaba de nuevo en mis planes. Al menos no ahora.

Lo bueno, es que a veces no le hago tanto caso a mis caprichos. Creo que no tenía ganas de venir a Penang por el simple hecho de que era uno de los lugares que teníamos marcados en la ruta con Nico (que ahora está en Japón siguiendo al club de sus amores) y pensar en volver ahora, significaba repetir algo que ya había hecho y que, además, iba a volver a hacer.

Como me parecía demasiado pasar una semana seguida en la ciudad, decidí partir mi estadía en dos. Tres días primero, una parada en Langkawi en el medio, y cuatro días más después. Dicen por ahí que nunca se debe volver a un lugar donde ya se fue feliz antes, y dejénme decirles que esa es la estupidez más grande que escuché. Es cierto que tal vez las experiencias tan hermosas que uno vivió antes no van a repetirse, o no se van a sentir de la misma manera, pero eso es porque le estamos dejando lugar a otras nuevas. Para que lo entiendan más gráficamente, puedo decirles que la primera vez, allá por 2012, Penang me gustó. La segunda vez, lo reconfirmé. Pero la tercera, me enamoró. ¿Cómo puede ser que había tantas cosas a las que no les había prestado atención?

Penang es vida en la calle, es alegría, es color, es arte. Penang es bicicletas, rickshaws, motos, tránsito y bocinas. Es saber que, no importa la hora que sea, siempre va a haber gente por todos lados.

Penang es avivar los sentidos, es saber que hay que mirar hacia los cuatro puntos cardinales para no perderte de nada. Es oler, es sentir, es tocar.

Penang es ropa secándose al sol en la vereda, es gente que deja de hacer lo que sea para saludarte y preguntarte como estás. Penang es lo simple convertido en complejo. Lo ordinario hecho extraordinario.

Penang es la bienvenida cálida de “sentíte como en casa” y es todas las cosas que hacen para que de verdad lo sientas.

Penang es caminar sin saber a dónde o por qué, pero teniendo la seguridad de que a cada paso hay algo que te va a sorprender.

Es comida en la calle, es wantan mee, cendol y chao kuey teow. Penang es multiculturalidad, es templos, iglesias y mezquitas. Es historia y es presente. Es ventanas y puertas de colores, es movimiento y sonrisas. Es, simplemente, sentarse en el cordón de la vereda y dejarla hablar.

Estoy feliz de haber vuelto, de haber sabido mirarla con otros ojos, de encontrarla de una manera diferente, de hacernos amigas, confidentes, compañeras y, sobre todo, de saber que es mucho más que eso que vi la primera vez. Al final, no solo las segundas chances son buenas, sino que a veces, las terceras valen mucho más.